MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

martes, 21 de noviembre de 2017

BEATNIK

El nuevo estreno de “Beatnik” cumplió sobradamente las expectativas de los que ya habíamos visto la versión anterior. Los que por primera vez asistieron al Teatro Maipo para descubrir la obra escrita y producida por Francisco Scarponi y dirigida por Osvaldo Laport, se encontraron con una historia que roza el drama, la libertad y el amor con total desenfado y atrevimiento. 
La palabra ‘beatnik’ fue acuñada por Herb Caen, un popular periodista nacido en San Francisco, Estados Unidos, ganador del Premio Pulitzer, para referirse a la generación ‘beat’, fusionando los términos ‘beat’ y ‘sputnik’, para evidenciar a ese grupo intelectual de la década del ’50, como algo no estadounidense, ya que el Sputnik fue el primer satélite artificial lanzado por la Unión Soviética que generó una ola de temor masivo entre los americanos, ya que significaba una amenaza de destrucción nuclear para USA, en el marco de la Guerra Fría.
“Beatnik” describe puntualmente el universo de un grupo de poetas que viven en Nueva York, despojados de los parámetros frecuentes y ordinarios de aquella sociedad tradicionalista, implementando sus normas, sin sometimientos ni opresiones. Son escritores que anhelan cambiar la visión de un mundo en el que la prosa del arte era presa de la bipolaridad característica de esos tiempos oscuros y conviven libres e independientes, abordando el sexo, la droga y la muerte de una forma cruda y descarnada.
Los textos y la dirección de mis queridos Francisco Scarponi y Osvaldo Laport, se ensamblan y articulan de manera sólida, compacta y fecunda, brindando un espectáculo intenso, audaz e insolente, donde el espectador se involucra con los personajes desde las distintas características personales. Las actuaciones son precisas, concretas y definidas, destacándose notablemente Sebastián Franccini en su rol de Lucien Carr y Rodrigo Esmella como William Burroughs. Florencia Prada personifica a Joan Vollmar con solvencia y arraigo actoral, al igual que Nahuel Mutti, Alejo Ortiz y Martin Urbaneja en las pieles de Allen Ginsberg, Jack Kerouac y David Kammerer respectivamente.
La puesta, la escenografía y la iluminación le dan el clima ideal al ámbito que habitan los seis protagonistas de la obra, que pareciera especialmente diseñada para la sala del Maipo Kabaret, donde el saxo tenor de Matías D´Angelo, en vivo, ofrece pinceladas jazzeadas al esquema sonoro del espectáculo.
Muy recomendable teatro argentino, que engalana la cartelera porteña con magnetismo, estilo y nobleza, brindando una celebración artística capaz de lograr atracción, entretenimiento e interés desde el trabajo respetuoso, el compromiso intelectual y la capacidad profesional.
Felicitaciones a todos los que integran “Beatnik”, muy especialmente a mis talentosos amigos Francisco Scarponi y Osvaldo Laport.