MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

martes, 10 de junio de 2014

HIPOCRESÍA

Siempre es bueno poder expresarse y mucho más cuando la iniciativa se produce en un espacio propio, donde uno se siente como en casa, más allá de saber que internet es de todos y para todos. Este pequeño espacio cibernético que cobija mis ideas, sensaciones y pensamientos, me posibilita de manera franca, natural y espontánea volcar parte de lo que llevo dentro, lo que me moviliza, lo que me activa, lo que me entusiasma y también compartir lo que me neutraliza, lo que me molesta, lo que me detiene, lo que me incomoda.
Para poder ser transparente en cualquier orden de la vida, es necesario despojarse lo más posible de la hipocresía, labor no menor en un mundo que se caracteriza por ser básicamente hipócrita.
La hipocresía nos rodea constantemente. La hipocresía convive en forma cotidiana entre nosotros. La hipocresía, en mayor o menor medida, nos acompaña en muchos actos de nuestra vida. La hipocresía, a veces es inevitable, otras, conveniente, otras más, indispensable y otras veces más, útil o compasiva; pero en todos los casos y siempre, la hipocresía es una herramienta presente, latente, vigente.
Lamentablemente, esta característica por momentos sarcástica, por momentos repulsiva, por momentos caritativa, por momentos necesaria, forma parte de nuestro accionar permanente; Nadie está exento de ser hipócrita, aunque sea por un instante, por un motivo que uno crea lo amerite, como puede ser la de un padre que fuma, aconsejando a sus hijos no hacerlo. Muchas veces uno es hipócrita por piedad o misericordia, por ejemplo en casos de enfermedad y desdicha. Y también existe la hipocresía como rasgo frecuente de nuestra sociedad en general, promoviendo a lo largo de la historia guerras y desigualdades en un marco de autoengaño justificado, incorporando la idea de que la hipocresía es necesaria o beneficiosa en ciertos comportamientos humanos.
Personalizando el tema, debo decir que no soy un tipo hipócrita, no tengo un doble discurso, no puedo mostrar una faceta mía y ser lo opuesto a eso que manifiesto; nunca lo fui, no lo soy y tampoco lo seré a esta altura de mi vida. Me alegra que así sea, a pesar de haberme costado muchas veces, desestimar oportunidades beneficiosas en pos de no sentirme mal y comportarme falsamente. El único rasgo que se acerca a lo que quizás se puede emparentar a un tinte hipócrita, lo he tenido en alguna que otra oportunidad por mentir piadosamente u ocultar una verdad dolorosa, aunque creo que eso no es hipocresía sino un signo de compasión, pero en definitiva me identifico plenamente como un hombre sin hipocresía.
¿Por qué se me dio por tocar el tema? Porque veo y siento mucha hipocresía en la vida cotidiana y es algo que me provoca, me irrita, me da impotencia, ya que es cada vez más notoria y evidente.
No solo en la política está arraigada la hipocresía (que es donde más se manifiesta y expone), en cualquiera de las profesiones o trabajos que podamos mencionar, es una característica presente y cada vez más visible. En el trato cotidiano, la hipocresía se va desparramando entre las personas como cuando uno empuja el agua hacia la alcantarilla, después de baldear un patio. Es un síntoma que aflora casi espontáneamente, sin tomar consciencia quizás del rasgo impostor que estamos manejando en el trato frecuente con el prójimo.
Un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y verdadera personalidad; la palabra en sí, proviene del latín tardío hypocrisis y del griego úttókpioic (hypokrisis), que significan ‘actuar o ‘fingir’. La palabra “hipócrita” encierra dos reglas muy marcadas: la simulación y el disimulo; la simulación consiste en mostrar lo que se desea y el disimulo oculta lo que no se quiere mostrar. A lo mejor es un poco complejo analizar el accionar psicológico de los hipócritas, porque deberíamos introducirnos en explicaciones y/o definiciones más profundas y científicas, pero lo que es concreto y real es el daño moral, conceptual, interno que provoca la hipocresía, y también su consecuencia.
Lo que a mí más me afecta de la hipocresía en sí, es cuando se inmiscuye en el territorio de la amistad, relación que enaltezco y valoro de forma prioritaria en mi vida. Los vaivenes de la supervivencia actual, hacen que uno se vaya hasta ‘inmunizando’ de la actitud hipócrita a nivel social, pero cuando interfiere entre amigos de verdad, de años de vínculo, es doloroso y muy decepcionante. Es triste, también, porque es preferible… reír que llorar… (perdón, me vino a la mente esa famosa canción de la década del ’70 que interpretaba el español Peret), digo, es preferible afrontar la verdad, por más dura que sea, a sentir que un amigo está siendo hipócrita y falso con uno.
Lamentablemente, convivimos con una hipocresía generalizada en mayores y menores medidas, pero instalada en una gran cantidad de personas al fin y al cabo, tema que merecería un análisis un poco más profundo, reitero, y no precisamente encarado por mí, sino por profesionales que manejen la materia en cuestión. Yo, simplemente, vuelco aquí una espontánea percepción que me surge a partir de algunos planteos y replanteos internos en referencia a este concepto en sí.
A medida que el tiempo avanza, cada vez más, necesito entablar contacto con gente que no sea hipócrita, o al menos que no me parezcan serlo, o en su defecto, percibir que son lo menos hipócritas posible, ya que cuanto menos hipocresía, menos adversidad, mayor dicha y bienestar espiritual. Es una manera más de evitarle padecimientos al alma y generarle júbilo y regocijo al espíritu.
Percibo mucha hipocresía social y es algo que me causa pena, además de fastidio y contrariedad, porque ciertamente es un síntoma negativo de la gente que va acaparando identidades y estilos; soy quizás muy redundante en la idea, pero el hecho de advertir tanta hipocresía, me jode, me encrespa, me indigna, porque no alcanzo a entender en definitiva muy bien el por qué de tanta falsedad, engaño, mentira y deslealtad moral… o en realidad sí lo comprendo, por variados y dispares motivos que sería muy engorroso enumerarlos aquí, pero igualmente no deja de incomodarme.
En fin… podría mencionar un vasto listado de ejemplos que incluirían la hipocresía frecuente y cotidiana que nos circunda día a día como sociedad, y creo que todos o casi todos podrían contribuir con citas dispares al respecto, pero prefiero quedarme con la esperanza de confiar en aquellos que no son hipócritas e intentan transitar la vida lo más honestamente posible, evitando los dobles discursos, la simulación embustera e insolente para transferirles a las nuevas generaciones, desde la humildad y sencillez, valores, entereza y nobleza interior, que indiscutiblemente será la base de una humanidad mejor.     

PENSAMIENTOS SOBRE LA HIPOCRESÍA
No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto. 
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego. 

Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía. 
Ángel Ganivet (1865-1898) Escritor, ensayista y narrador español. 

Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra. 
Homero (VIII AC-VIII AC) Poeta y rapsoda griego. 

La hipocresía es el colmo de todas las maldades. 
Molière (Jean-Baptista Poquelin) (1622-1673) Comediógrafo francés. 

Nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía. 
Friedrich Nietzsche (1844-1900) Filósofo alemán. 

La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral, es grande virtud política. 
Francisco de Quevedo (1580-1645) Escritor español.

Exageráis la hipocresía de los hombres. La mayoría piensa demasiado poco para permitirse el lujo de poder pensar doble. 
Marguerite Yourcenar (1903-1987) Escritora francesa. 

El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a los otros.
Antonio Machado (1875-1939) Poeta y profesor español.

Todo hombre es sincero a solas; en cuanto aparece una segunda persona empieza la hipocresía.
Ralph Waldo Emerson (1803-1882) Escritor, filósofo y poeta estadounidense.

El único vicio que no puede ser perdonado es el de la hipocresía. El arrepentimiento del hipócrita es hipocresía en sí misma.
Willam Hazlitt (1778-1830) Escritor inglés.