MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

domingo, 13 de mayo de 2012

SOÑANDO UN MEDIO MEJOR

Una y otra vez pienso, me pregunto, me respondo, me replanteo, medito si vale la pena, me digo que no, me convenzo que sí, vuelvo atrás y me repregunto para qué, sigo hacia adelante y decido que es válido escribirlo, que en definitiva, es lo que pienso y no tengo por qué censurarme si me surge desde la espontaneidad y también desde el corazón. Quizás los que estén leyendo estas líneas tendrán la intriga de saber qué es lo que me aqueja y por qué este pequeño prólogo sobre la decisión de referirme a lo que me hace dudar si hacerlo o no, y en honor a la verdad, a lo mejor es una estupidez para muchos, una simple tontería, una pérdida de tiempo, pero para mí es también, además de todo eso, por qué no?, una disyuntiva y una confesión profesional, con todo lo que eso puede significar para alguien que como yo, se dedica y vive del medio artístico.
¿A qué viene tanta parafernalia interrogativa preliminar? Pregunto y contesto: A que lo que quiero decir va en contra, supuestamente, de lo que se suele plantear como ser “políticamente correcto” dentro del medio y confrontar un sistema que está viciado de lo que no me gusta, con periodistas, colegas y no tanto, que se encuentran inmersos en una rueda de ingratitud, desconfianza, mala educación, bajezas, faltas de respeto y desvergüenza que avanza cada vez con más fuerza, de manera indiscriminada, sin límites a la vista y con un alto grado de mediocridad. Me refiero específicamente a lo que veo como espectador y sufro como profesional en el ámbito artístico del cual formo parte desde hace 27 años.
Es compleja la cosa y quizás muy largo de explicar en detalle, desde dónde creo viene el deterioro con el cual se trata lo que se suele llamar “ambiente artístico”, pero una forma rápida y sencilla de “ir al grano” es referirme a la palabra que se ha perdido en todo lo que rodea al mundillo del espectáculo: RESPETO. Se ha perdido el respeto primordialmente, y en consecuencia eso conlleva a maltratarse, insultarse, vapulearse, desaprobarse, basurearse y unos cuantos desagradables “arses” más que podría agregar a la lista.
No voy a cometer la torpeza de hacer referencia a la “Tinellización” de la televisión, de la radio, de los medios gráficos y de todo lo que rodea nuestro medio artístico local, porque si bien mi punto de vista lo hace responsable a Marcelo Tinelli de una gran parte del pozo mediocre en el cual se encuentra un importante segmento del ámbito de los medios que se dedican al entretenimiento del espectáculo (y a muchos de los otros, también), tampoco puedo limitarlo a ese solo protagonista, aunque él tenga la enorme responsabilidad, como gran conductor carismático que es, hábil empresario, intuitivo conocedor del gusto televisivo de un gran porcentaje de millones de argentinos y referente indiscutido de la TV argentina en los últimos 22 años, de intentar, por lo menos, hacer mejores productos, en vez de centralizarse en la chabacanería, la pelea y las miserias humanas. Tiene todas las posibilidades para llevarlo a cabo, económicas, empresariales, determinantes, comerciales y de poder, pero vaya a saber por qué razón no lo hace y continúa redoblando la apuesta hacia lo vulgar, agregando en lo que va de este año 2012, productos como “Soñando por cantar” que intenta “llegar al corazón”, emocionar, profundizar la sensibilidad del público, amparado en un supuesto buen fin, que es mostrar el talento vocal de la enorme cantidad de excelentes cantantes que existen en nuestro país. Me parece inteligente de su parte, como productor televisivo, saber cuándo hay que modificar el timón de su barco y cómo hacerlo, me resulta muy hábil y perspicaz su innegable olfato para saber llegar masivamente a la gente, manipulando la necesidad de muchos que no encuentran manera de expresarse artísticamente y demostrar a los demás y demostrarse a sí mismos que tienen condiciones artísticas dignas de admirar. Lo que no me gusta del accionar que tiene Tinelli como generador de productos, es el aprovechamiento de esas virtudes artísticas de los participantes en pos de un show a pura sensiblería, donde el arte es lo que menos importa en escencia.
Respeto las opiniones de todos los que gustan de estos formatos y entiendo también que puedan emocionarse con las interpretaciones e historias de vida de los competidores, pero no acepto ciertas “puestas en escena”, donde la lágrima es principalmente importante y la emoción espontánea, se transforma forzadamente en el centro de atracción obligado.
Dentro de este gran karaoke televisado, tampoco me gusta ver a algunos compañeros cantantes que se prestan al juego y con la excusa de apoyar a los participantes, también le hacen el “caldo gordo” a la producción que los convoca con el discurso de un sentido homenaje por su trayectoria. Son cómplices de formar parte de un programa que los utiliza en beneficio propio, dibujando esas invitaciones estelares en gratitud por los servicios prestados durante tantos años de carrera artística. Me apena y me da bronca a la vez, porque si bien cada uno elige y es libre de aceptar los trabajos que les plazcan, me resulta triste verlos inmersos en un contexto donde sus figuras se diluyen aún más, por el solo hecho de aparecer en pantalla durante cinco o diez minutos.
Capítulos aparte son los del jurado integrado por personas que estimo y respeto, aunque no comparta su decisión de sentarse en una silla tras un escritorio a intercambiar opiniones con otros jurados que de música poco y nada entienden, para determinar quién es mejor que quién y la hipócrita conducción del animador del show, que además de transitar todos los lugares comunes habidos y por haber, abusa de la confianza depositada en él, para creerse y hacer creer que es un digno heredero de su jefe que desde sus ideas del sur, forma discípulos de su estilo ya probado, con la salvedad de que ninguno de los que eligió para animar sus producciones paralelas a Show Match, cuentan con su indudable carisma y natural llegada popular.    
Sin ánimo de ofender a nadie, creo que la gran mayoría de los comunicadores se encuentran involucrados en esta inmensa bolsa de gatos que nos alcanza a todos como sociedad, nos guste o no, y que cada vez más es casi imposible de salir.
Los artistas estamos en la gran disyuntiva de saber cómo manejar nuestras carreras, porque indudablemente todos los que nos dedicamos a la música, a actuar, bailar, producir, escribir, dirigir, etc, necesitamos de la difusión de nuestras obras de teatro, discos, espectáculos, trabajos en general para que el público se entere y por ende, decida a cuáles asistir, si esa es su elección, pero el problema surge cuando nos damos cuenta que casi todos los ciclos que ocupan las programaciones, están encargadas en presentar personas y personajes que en vez de hablar de sus creaciones, telenovelas, canciones, películas o producciones, se basan en sus relaciones íntimas, posiciones favoritas de alcoba, infidelidades a unos y a otras, records amatorios, discusiones dignas de conventillos casi ya inexistentes, agresiones verbales que superan lo imaginable, insultos que rozan lo innecesario y bajezas de todo tipo y color. Dentro de este marco, los productores, conductores, gerentes de programaciones avalan el soez contenido y basan sus ciclos en indignos shows mediáticos, que lo único que hacen es generar bajas peleas de bajas calañas con bajos instintos de baja fama y triste trascendencia. Lo que más me duele a veces, reitero, es ver artistas de renombre, con años de respetable trabajo, inmersos en ese circo televisado, demostrando sus debilidades con el justificativo de llevar el “mango” a la casa.
En fin… no creo que ninguno de los involucrados en mi comentario se haga mucho problema por lo que yo pienso, sobre todo el gran Marcelo que después de viajar en temporada alta a Nueva York, regresa a nuestro país para comenzar su temporada baja de televisión.