MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL VUELO DE "FAVIO Y YO"


Cuando hace algunos años comencé a proyectar en mi mente un disco con canciones de mi entrañable Leonardo Favio, que después, con el desarrollo de la idea, se transformó en banda de sonido de un espectáculo donde comparto con el público mis vivencias con él y que finalmente, el año pasado, pude plasmar de manera discográfica y escénica, los realicé motivado por mi profundo afecto y sincera admiración hacia su figura.
Suelo repetir en las entrevistas, que mi intención no es concretar ni un tributo, ni un homenaje a Favio, sino simplemente presentar mi reconocimiento público del entrañable cariño que le tengo y fascinación por su obra artística.
Por suerte, pude cumplir mi sueño de regalárselo en vida, que es la forma en que creo se deben llevar a cabo estas evocaciones y guardar para siempre en mi corazón las tiernas palabras y bellos conceptos que me obsequió al escuchar las canciones que grabé.
Su pérdida física es muy triste y dolorosa para mí, porque además del amor que siempre sentí por él y su familia, con su ida corporal también parten infinidad de vivencias personales a su lado, momentos irrepetibles, situaciones inolvidables, circunstancias únicas de mi vida.
Ya expresé mi sentir en una carta que escribí el día de su fallecimiento y es público mi pesar por todo lo que ha significado Leonardo en mi historia, pero además de ratificar una frase que incluí en ese texto donde afirmo que “Favio no murió, sino todo lo contrario; Favio nació como mito”, sumo a mi pensamiento la convicción de que su nombre y figura vivirán por siempre en la gente, no solo por su obra cinematográfica y musical propias, sino por todos los que mantendremos latentes sus temas, poesías y composiciones.
Su hijo Nico, mi querido Nico, es heredero natural de su talento y esencia, que seguramente incorporará para siempre a su hermoso repertorio personal, las creaciones de su padre; la legión de admiradores que Favio ha cosechado a lo largo de su carrera, se transformarán muchos de ellos en prolongaciones artísticas con imitaciones y tributos (tan de moda en la actualidad) y yo, desde mi lugar afectivo, movilizado a través del cariño y la predilección que siempre sentí por él, seguiré interpretando sus canciones, haciendo honor a su representatividad artística y fundamentalmente a la querencia mutua que marcó mi destino.
Mi disco “FAVIO Y YO” es un sueño hecho realidad con el que felizmente pude agasajarlo en vida y que de ahora en más, recorrerá su camino por distintas latitudes con la fuerza de su imagen y la dimensión de su personalidad.
El primer síntoma que recibo de esto que menciono, es la portada de la inminente edición peruana editada por CD Perú bajo el sello 11 y 6 Discos, que ha decidido modificar el arte original del CD, retratando en tapa una fotografía de los dos que conlleva una carga emotiva, no solo para mí evidentemente, sino para todo el que la percibe.
Gracias CD Perú. Gracias 11 y 6 Discos. Gracias Carlos Sánchez De La Puente, Paco Espinoza y Belkys Torres Pretell por el apoyo y la confianza depositada en esta producción. Y también gracias a Wong y Metro por la enorme distribución en el Perú para que el disco llegue a todos los puntos del país.
Y gracias Leonardo, por tu arte, tu talento y tu cariño entrañable. 

martes, 20 de noviembre de 2012

¡JORGITO QUERIDO!


“Estoy partido por el dolor de enterarme recién del fallecimiento de mi querido Jorge Rossi. A veces el corazón no puede aceptar la tristísima realidad de una enfermedad tan cruel como hija de puta. Estoy conmocionado y muy triste. No es justo que personas tan buenas como él, partan así, tan rápidamente. Estoy escribiendo esto y no puedo procesarlo, no me resigno a la idea de no verlo más, ni jugar al paddle, ni escuchar su '¿qué hacés, locura?'... Es muy injusto, muy injusto. Tan bueno, tan noble... ¡Qué lo pario, carajo! ¡Jorgito, querido!”
Estas líneas son las que me nacieron espontáneamente ayer cuando arribado a casa, después de un día de actividad profesional, prendí la computadora, entré a facebook y recibí el impacto de la tremenda noticia. Cuando hago referencia a la injusticia, es porque Jorge no merecía esto, desde ningún lugar que uno lo piense, lo imagine, lo sienta. Por muchos motivos es injusta su partida tan temprana; porque era un hombre joven, con una familia hermosa, con un alma noble, un espíritu siempre positivo, porque era generoso, humilde, sincero, buena gente, muy buena persona, además de excelente profesional, pero un ser bueno, bueno, bueno…
La primera idea que a uno lo acecha es el gran interrogante, la pregunta que todos nos hacemos cuando a alguien querido le ocurre esta injusta determinación del destino es pensar el por qué. ¿Por qué? No hay respuesta, ni siquiera existe un intento de entendimiento sobre el hecho cruel e injusto que nos plantean estos momentos duros en que la vida nos demuestra lo efímero que somos.
Mi entrañable Leonardo Favio escribió alguna vez: “Ya no pregunto más por qué la vida, es inútil, ya lo intentaron varios; Me basta con saber que comencé al principio, que soy pariente de la primera estrella, una intención de Dios, una infinita cadena de caricias… por eso, simplemente, vivo… vivo”. Y a partir de estos sucesos tan tristes que nos conmueven el corazón y el alma, uno vuelve a replantearse las formas, los impulsos, las reacciones, los enfrentamientos, las rebeldías, las distintas vicisitudes cotidianas que a diario nos movilizan, sin darnos cuenta que lo más importante, lo fundamental y esencial de nuestra existencia, sin duda alguna, es el amor. El amor, la armonía, el equilibrio, la unión, el cariño, la paz, el afecto. Porque con todo ese inmenso bagaje de carga emotiva, nuestro rápido paso por este mundo terrenal, seguramente será mucho más feliz, más contemplativo, más solidario, más sano para nuestro espíritu.
Soy consciente de que no es nada fácil llevar a la práctica habitual del día a día, el trato reflexivo, apacible, amoroso del que hablo, pero, por lo menos, deberíamos asimilar por egoísmo aunque sea, una convivencia más afectiva, mejor llevada, más reposada, más amable, más serena y mucho más inteligente de la que nos domina a una gran mayoría de seres humanos.
La muerte forma parte de la vida y así habría que asimilarla, pero no de esta manera tan repentina como la del queridísimo Jorge. No es mi intención filosofar al respecto, ni tampoco narrar pensamientos budistas, ni nada que se le parezca, simplemente compartir mi sentir, mi honda pena, mi gran dolor por la pérdida de una persona buena, noble, generosa, trabajadora, positiva y genuina, que además de sobresalir y destacarse en su profesión desde siempre, forjó una hermosa familia basada en la solidez de los buenos valores y la plenitud del amor, más una inmensa legión de amigos que ha sabido ganarse a lo largo del tiempo.
Con intenso dolor y resignado a la triste realidad por no encontrar justificativo a su pérdida física tan prematura, despido a un gran tipo, un muy buen hombre, un profesional capaz, calificado, idóneo y competente, un cálido amigo.
¡Chau, Jorgito querido! ¡Siempre te llevaremos en nuestro corazón!

lunes, 5 de noviembre de 2012

MI ENTRAÑABLE LEONARDO


La enorme tristeza que siento por su pérdida física, no me deja ser, quizás, lo claro que quisiera para volcar en este espacio todo lo que puedo decir sobre él.
Leonardo Favio fue, es y será mi referente artístico; su figura y personalidad marcaron mi destino desde muy niño; su fuerte amistad con mi padre, fue clave para que desde mis cinco años comenzara a vivir muy cercanamente su mundo, que para aquellos tiempos, a finales de los ´60 e inicios de los ´70, estaba rodeado de éxito, trascendencia y logros dentro de la música y el cine.
No voy a hacer un repaso biográfico de su carrera artística, pero sí debo mencionar que Favio tiene en su haber, hasta el día de hoy, los récords de ventas en la industria discográfica argentina con su ya emblemático primer disco de tapa rosa y foto en blanco y negro junto a su guitarra apoyada en la pared a su lado, que llegó a vender más de 13.000 placas diarias durante 4 meses, produciendo por única vez en la historia de nuestra música la paralización de emisión de discos de otros artistas, obligando a la fábrica de CBS y que ésta subcontratara la de EMI Odeón para prensar durante las 24 horas del día, solo discos suyos. Este “boom”, además de alcanzar una venta que nadie pudo superar desde 1968, con 1.560.000 discos en pocos meses, se suma a otro logro único en la industria cinematográfica argentina alcanzado por él con su film “Juan Moreira”, que tuvo 2.500.000 espectadores, superado también por si mismo como director de “Nazareno Cruz y el lobo”, vista por 3.750.000 personas.
Cientos de comentarios, opiniones, pensamientos, reflexiones sobre él se han dicho y escrito a lo largo de su extensa trayectoria, primero como actor, después como cantante y compositor, luego como director de cine, y seguramente a partir de hoy, todos los comentaristas periodísticos de canales de televisión, radios, diarios y revistas, harán referencia a su carrera, su historia, su vida. Quiero dejar aquí mi testimonio de enorme cariño, admiración y agradecimiento por haber tenido la suerte de vivir tan cercanamente muchas cosas junto a él, buenas, malas, mejores y peores, como la vida misma; de haber sido, además de muy importante en la decisión de seguir mi profesión, tan cálido y contenedor en muchos momentos de mi vida, de haberme brindado su cariño siempre, a mí y a los míos, y de ser parte de mis afectos más queridos y entrañables, al igual que Carola, Nico y Pupy (su mujer e hijos), que son como mi familia también.
Es muy difícil este momento porque uno nunca quiere que la muerte llegue, a pesar de saber que en los últimos años ha sufrido una polineuritis melaminosa, enfermedad que ataca los músculos y causa la pérdida de sensibilidad, más una hepatitis C crónica y un Parkinson indefectiblemente cruel. El deterioro físico es triste, angustiante y doloroso, pero lo que él nunca quiso que le pasara fue la pérdida de lucidez mental, y por suerte la mantuvo hasta el final. Siempre creativo, con su intelecto latente, su sensibilidad a flor de piel, su inteligencia vigente y su talento natural preponderante, que le posibilitó transformarse en un ícono de nuestra cultura, habiendo sido analfabeto en su niñez. Leonardo Favio, hasta hoy, fue un mito viviente; a partir de mañana, será un mito inmortal de nuestra cultura popular, que supo acaparar amores y odios, no solo por la diversidad de opiniones que siempre genera el arte cuando de figuras sobresalientes como él se trata, sino también, motivados por su compromiso político, identificado con el peronismo desde siempre, que le valió situaciones y momentos difíciles como la persecución y el exilio en épocas de dictadura militar.
Mi querido Leonardo Favio, artísticamente hablando, logró algo muy importante y exclusivo que pocos alcanzan en este medio: ser aceptado indistintamente por la intelectualidad, a través de su faceta de director cinematográfico, como por las masas, por medio de su expresividad como cantante y compositor, ensamblando su talento poético en imágenes por un lado y en letras y melodías, por el otro.
Un artista verdaderamente popular desde lo intelectual e intuitivo, que acaparó el sentimiento de unos y otros para transformarse en representante cultural de Argentina y Latinoamérica, lugar que como a él le gustaba decir, adoptó sus canciones desde hace más de 40 años y ya se encuentran en su inventario familiar.
Mi entrañable Leonardo Favio, ya no está más físicamente en este mundo terrenal y con él, pierdo gran parte de mis vivencias, de cosas que me marcaron, de momentos irrepetibles junto a mis viejos, junto a Carola, a Nico, a Pupy, a Leonardito (su hijo con María Vaner), pero gano la inmortalidad de esos recuerdos, de saber que formé parte de sus afectos sinceros, de sentirme orgulloso por sus conceptos al escuchar el disco que grabé con sus canciones, de haber compartido un sinfín de situaciones a su lado que muchos hubiesen querido vivir, de haber podido ser su amigo, después que haya sido un gran amigo de mi viejo, de vanagloriarme de su inmenso cariño desde muy chiquito, tanto como el de Carola, y mantener ese amor por algo más de cuarenta años, incorporando después, con el transcurso del tiempo, a sus hijos Nico y Pupy, desde la misma sensibilidad y amor intenso, perdurable, y de poder decir con gran satisfacción que él formó parte de mi vida como yo de la suya.
No puedo pronunciar ni escribir la palabra adiós, porque él nunca se irá. Ya forma parte de nuestra historia cultural. Estará siempre presente con sus canciones, sus películas, sus poesías, su talento, su figura… en mí y en todos los que admiraron, admiran y admirarán su arte inigualable.
Antes de cerrar estas tristísimas líneas que escribo con el alma dolida y el corazón resquebrajado, quiero agradecer desde el más sentido y profundo cariño a su mujer, Carola y su hija Pupy, mis adoradas Carola y Pupy, que me permitieron desde su amor y sensibilidad, estar con él a solas, dejándome en terapia intensiva solo con él, a pesar de las prohibiciones, enfrentándose a los rigurosos controles, y haciéndome sentir como siempre me sentí: parte de su familia. Nunca olvidaré ese momento, lo llevaré por siempre conmigo, como el recuerdo latente de mi mano agarrada a la suya en esa extrema y angustiosa instancia.  
Siento mucho dolor y eso me impide, quizás, ser más lúcido en esta redacción, pero quiero dejar reflejado lo que mi corazón dicta ahora, hoy, uno de los días más tristes de mi vida.