MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

jueves, 29 de septiembre de 2011

INDIGNIDAD

Después de muchos años trabajando en el medio artístico, veintiséis, para ser más exacto, cantando fundamentalmente, conduciendo esporádicamente y produciendo alternadamente, me siento confundido, extrañado y perdido dentro del mismo.

Soy consciente que todos los que nos exponemos de una u otra manera sobre un escenario, en televisión, en radio, en los medios en general, estamos comprometidos con la mirada del público y del periodismo y debemos aceptar las opiniones, sean críticas y/o elogiosas de la misma forma, nos gusten o no nos gusten, estemos de acuerdo o no con ese parecer que nos enjuicia. También asumo que muchos artistas manipulan sus vidas privadas para permanecer vigentes y que esa faceta personal que tanto interesa a cierta parte del periodismo especializado, es una herramienta que puede jugar a favor o en contra, según quién o quiénes la utilicen y dónde, cuándo o cómo se manipule. Cada uno es dueño de hacer con su vida personal y carrera profesional lo que se le antoja, cada quien es libre de actuar, proceder y andar por el mundo como quiera, pero más allá de esta libertad a la que hago referencia, creo, me parece, que existen pautas de buenas costumbres, que uno debe respetar; por lo menos, eso es lo que mis padres me inculcaron desde niño y lo que aprendí desde la enseñanza escolar que tuve.

Desde hace largos años a esta parte, los valores de la sociedad en general se han ido trastocando, los códigos de respeto y ubicación, se fueron modificando y el ámbito artístico no queda al margen de esta realidad. Sin dejar de saber que siempre existieron bajezas, maltratos y posturas polémicas dentro del ambiente artístico, por parte de algunos que se prestaron a ese juego, por lo menos difícil de evaluar, hoy nos encontramos con situaciones, posiciones y acciones humanas dentro del medio, que rozan lo indigno, lo triste y lo denigrante.

Reitero una vez más, dentro de estas reflexiones que me surgen en este espacio cibernético, que si hay algo que no soy, es ser moralista, todo lo contrario, y lo vuelvo a mencionar porque en otros apuntes que he volcado en el blog, recibí comentarios erróneos o mal interpretados por parte de algunos que leen este humilde rincón de opinión, sobre mi moral. No soy moralista, nunca lo fui y tampoco lo seré, pero sí soy una persona que mantiene ciertos valores de dignidad, de respeto propio, de autovaloración y de buena educación. Esto no quiere decir que no tenga falencias como ser humano, que no haya cometido equivocaciones, que esté libre de pecados, ni nada que se le parezca, solo digo que mi impresión del confuso momento mediático que estamos viviendo es desagradable, porque veo el deterioro intelectual, la degradación espiritual y la decadencia ética.

Elegí como título de estas líneas, la palabra indignidad porque su definición en el Diccionario de la Real Academia Española, determina “falta de mérito o calidad” y justamente eso es lo que estamos necesitando: mérito y calidad.

Muchas personalidades artísticas de renombre se encuentran inmersas en una vorágine perversa que ciertos medios proponen y que sin darse cuenta o sabiendo, lo desconozco, son punta de lanza para que todo el resto siga ese triste camino.

Podría enumerar muchísimos casos que sirven como ejemplo, pero acabo de ver uno que me causó una fea y triste sensación: un monólogo que Carmen Barbieri realizó en un show privado en la provincia de Tucumán donde hace referencia al tema de su separación con Santiago Bal, de una forma humillante y decadente para con su compañero durante veinticinco años y con ella misma.

Entre lo que pude observar de un video que grabaron en la discoteca donde la contrataron, dice: “ Por más que le puse 'Bravísima' a este espectáculo, mi marido me cagó con una de 20. Contame que al viejo no se le para. Y encima me tengo que bancar que me meta los cuernos con una de 20. Un día él me dijo: ‘me voy a hacer una cama solar’, porque tiene psoriasis… ¡pero tardó seis horas y media en volver! Lo que pasa es que tarda tanto para que se le pare. Seis horas y media trabajando, así que esta chica se merecía un auto y mucho más”, dijo Barbieri en referencia al supuesto regalo que su ex le habría hecho a la bailarina llamada Ayelén Paleo, la tercera en discordia. Para rematar su grotesca exposición, le dedicó otro fragmento de su monólogo a la chica en cuestión cuando la imitó diciendo: “Santiago me decía que estaba enamorado de mí, que le gustaban mis tetas. Como le cuesta que se le pare, yo le hago de psicóloga”. Triste y decadente me parece explotar comercialmente una circunstancia supuestamente íntima, privada, donde queda en evidencia que este tipo de situación le sirve para facturar y seguir humillándose en pos de más fama y dinero.

Por supuesto que Carmen Barbieri y Santiago Bal no son los únicos que utilizan sus vidas privadas para que se hable de ellos, al contrario, podría arriesgar que la gran mayoría de los que ocupan espacios preponderantes en programas, revistas, diarios y cuanto lugar se hable de “espectáculos”, son los que se prestan al juego perverso y decadente al cual me refiero.

Si el costo de estar vigente en los medios es éste, prefiero continuar al margen de notas periodísticas, si el precio que hay que pagar para que hablen de uno es semejante aberración, me inclino a estar en las sombras del estrellato mediático, si debemos prestarnos a tal envilecimiento, elijo quedar de lado.

En fin… como mencioné al comienzo de este comentario, cada cual hace de su destino lo que quiere y elige el camino que mejor le parece, pero lo que no van a poder eludir es que los citen como indignos de su honor, orgullo y amor propio, porque mostrando sus miserias tan masivamente, quedan mucho más expuestos y desprotegidos.

jueves, 1 de septiembre de 2011

ENTRE EL DINERO Y LA VIDA

"Un crimen, un robo, un asalto, un adulterio con homicidio son sucesos sin repercusión social, despreciables y previstos en el equilibrio colectivo. El delito mayor es darles una divulgación indebida, repartirlos por todos los ámbitos, redactados por plumas expertas en sensacionalismo, bajo títulos pomposos, como si se quisiera que todos los hombres tomaran por modelos las fechorías que relatan. Más delito que el delito es la publicidad morbosa del delito.”

Raul Scalabrini Ortiz

¿Nadie se da cuenta de que los padres de Candela son cómplices de la muerte de su hija por ocultar el hecho delictivo y no sincerarse ante la justicia y los medios? No tenemos aún la certeza de nada, pero pareciera ser un caso puntual de ajuste de cuentas entre bandas delictivas. La señora madre de la niña, utilizó a todos, inclusive a la Presidenta de la Nación, sin ceder ante el peligro de muerte de su hija. Lamentable y terrible realidad que nos muestra cuáles son los valores que tienen prioridad en la sociedad de hoy. El dinero ante todo y los mal nacidos hijos de pu... que no tienen alma ni corazón. Es terrible pensar que nos podemos cruzar con esa lacra de gente en cualquier esquina. Más seguridad, sí, claro que sí, pero también empecemos a darle más importancia a la educación, porque a partir de ella, se priorizarán los verdaderos valores éticos y humanos.

Es extremadamente penoso saber que existen personas (si se les puede denominar así) que tienen la capacidad terrorífica, maligna y despreciable de matar a una niña indefensa e inocente de todo acto, por un ajuste de cuentas, revancha o venganza. Es detestable y condenable, asumir que cierta especie humana está preparada para asesinar, no lo entiendo, no entra en mi razonamiento, me cuesta realmente mucho aceptarlo, pero lamentablemente existe, es una realidad y cada vez más notoria.

Se hace muy difícil analizar este tema puntual de la muerte de Candela y no mezclar, ni confundirse con otro montón de hechos similares que son tan despreciables e indignantes, además de vislumbrar un manejo de la información por parte de los medios, en un primer momento, cruda e inevitable y notar posteriormente, con el avance de las horas, ciertos mecanismos miserables que intentan entremezclar lo político con lo social. Lo que debería ser adulto y criterioso por parte de todos (justicia, policía, medios periodísticos y gente común) es que esta repercusión del caso en cuestión, sirva como disparador responsable para replantearnos muchas cosas como sociedad.

Es muy complejo el tema y uno puede dejarse llevar por las emociones, que no necesariamente deben ser violentas, sino todo lo contrario; hay que tratar de comenzar a modificar esta difícil realidad mundial de pérdida de valores y códigos de buen proceder en beneficio de mejorar la vida que nos toca en suerte. No tenemos que perder de vista, que los que estamos llevando adelante este mundo y las circunstancias que nos rodean, somos nosotros y está en nosotros, modificarlo.

No ayuda en nada que los medios periodísticos, mezclen sus viles intereses políticos y económicos en pos de sacar partido en beneficio supuestamente propio, no seamos ingenuos de creer que esto que le pasó a Candela se debe al Gobierno, a la ineptitud de tal o cual gobernante o a la incapacidad de la policía. Esto no es patrimonio de un Gobierno, de un personaje o una institución, esta situación compleja y despiadada de inseguridad y pérdida de valor por la vida, viene “in crescendo” desde la vuelta de la democracia en 1983, cuando se escuchaba hablar de limpieza en las fuerzas policiales y militares de todos los que actuaron en la represión. Pasaron Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Kirchner hasta Cristina y aún seguimos polemizando sobre el mismo tema, con el agravante de la ya mencionada pérdida de valores cada vez más evidente.

También es cierto, que todo se mezcla y todos somos responsables, en cierta medida, de la confusión (hago hincapié en nosotros como ciudadanos y en los comunicadores mediáticos) porque todos nos involucramos desde el corazón y no desde la razón, ya que gente con muy buenas intenciones, solidaria y de bien, se presenta desde su inocencia en un acto delictivo, sin saber concretamente desde qué lugar tomar posición.

Los delincuentes existieron siempre y no los vamos a borrar de la faz de la tierra de un plumazo, tampoco podremos inculcar bondad en aquellos que tienen sus almas enfermas, pero sí debemos intentar colaborar desde nuestros lugares a mejorar la educación, la cultura y el intelecto, porque estoy convencido de que la sabiduría y la información son la base de una sociedad mejor. Reitero el concepto y pido perdón por volver sobre lo mismo, pero creo que está en nosotros cambiar esta triste realidad, en todos, porque quizás no nos damos cuenta de que mientras vemos pasar la vida por televisión como una ficción constante, también nos pasa la vida real a cada uno de nosotros, en forma veloz y fugaz.