Este prólogo, que sirve como introducción a lo que quiero compartir con ustedes hoy, está despojado de falsas modestias y posturas hipócritas, porque si bien yo también tengo problemas personales y profesionales, procuro transmitir de manera simple y franca, los sucesos buenos que me ocurren. En algunos días más, se edita mi nuevo disco que contiene canciones de mi querido Leonardo Favio. Es un CD que forma parte de un proyecto que basado en el cariño, la admiración y el reconocimiento personal que siento por él, traigo conmigo desde hace un buen tiempo a esta parte. Es para mí un gran orgullo poder compartir públicamente lo que ha significado Favio en mi vida, más allá de su figura popular, de la trascendencia masiva, de sus exitosas canciones y de su respetada cinematografía. Haciendo balances y sacando conclusiones de lo vivido junto a él desde muy niño, puedo asegurar que soy cantante por lo que representó su figura en mí. La admiración que provocó desde mis cinco años y sus treinta y uno hasta el día de hoy, hicieron que siguiera por el sendero artístico, quizás, basado en su imagen.
Atesoro en mi interior y de manera entrañable los infinitos momentos compartidos con él, con Carola, su mujer, con sus hijos Leonardo, Nicolás y María Salomé a quienes desde diferentes lugares y en distintos momentos de la vida, han participado de la mía muy preciadamente.
Este nuevo paso discográfico en mi carrera, no solo es reconfortante artísticamente sino también emocionalmente porque crecí escuchando sus canciones, algunos de los temas que he grabado en este disco, son los mismos que hacía a mis ocho, nueve, diez años cuando me ponía frente a un gran espejo que tenía en el living de mi casa, con mi madre como espectadora obligada y lo imitaba con un micrófono de juguete.
Los temas que contiene esta producción son, en parte, la banda de sonido de un espectáculo basado en anécdotas e historias compartidas con Favio, al que se suman imágenes de su vida y fragmentos de todas sus películas.
Los arreglos y la dirección musical le pertenecen a Sergio Pérez, un músico sensible, detallista, cuidadoso y respetuoso, que sin dejar el espíritu original de cada tema, le da un delicado aire renovado a las canciones. Un gran artista que, a través de mi amigo Manuel Wirzt, descubrí también como una persona de gran valía.
Estoy convencido de que las cosas se concretan en ocasiones y circunstancias determinadas para coincidir, a su vez, con momentos especiales como los que me tocan vivir, ya que este lanzamiento musical (el undécimo de mi recorrido discográfico hasta aquí) se amolda a un renovado impulso de mi camino internacional dentro de la música, donde estoy retomando el contacto con los países que hace un poco más de dos décadas recibieron mis canciones y aún hoy, las mantienen vigentes.
Existe un pensamiento popular que transmite una gran verdad: “A los artistas, los hace la gente” y en estos tiempos confusos donde todo se mezcla y pareciera dar lo mismo el agua que el aceite, (o por lo menos, muchos medios se encargan de mostrarlo así) reafirmo con ganas y placer, que es verdad; los artistas existimos, perduramos y nos consolidamos por la gente. En mi caso particular, debo agradecerle al público que gusta de las baladas, el hecho de haber transformado un par de canciones mías en temas propios de varias generaciones. Y me enorgullece decirlo, ya que gracias a esas melodías y a esas letras románticas, muchos artistas permanecemos en el tiempo, en contacto con aquellos que alguna vez se emocionaron, movilizaron o simplemente entusiasmaron con ellas, a pesar del poco espacio en los medios masivos y la casi nula difusión del repertorio en cuestión que existe actualmente. Y vuelvo a la gente, a los que hacen o no hacen a los artistas, a los que a pesar del lapso transcurrido, de los vaivenes del negocio, de las modas y los gustos, logran conservar esa conexión inexplicable que a veces se da entre el público y los artistas.
Aprovecho este comentario para incluir un agradecimiento sincero y especial para los queridos amigos latinoamericanos que posibilitan mi regreso artístico a lugares entrañables donde he recibido siempre afecto y amor como Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, Santo Domingo, México. En mayor o menor medida, estos países me han brindado la posibilidad de mantenerme en el tiempo, en una profesión donde cada vez se hace más difícil perdurar. Ya no existen más los llamados artistas “de catálogo”, como antes se los mencionaba en el ámbito musical a los que desarrollaban una trayectoria duradera; hoy todo es “éxito para hoy, la nada, para mañana” (parafraseando la famosa frase “pan para hoy, hambre para mañana”).
Estoy feliz por volver a recorrer lugares que conocí desde muy jovencito y que hoy me reciben con la misma calidez de siempre; me siento afortunado de editar un nuevo disco, aunque la industria discográfica se encuentre vapuleada por la piratería y aturdida por Internet; tengo la suerte de grabar canciones que me gustan y emocionan, además de complacer mi alma y espíritu con un reconocimiento público a mi ídolo de siempre: Leonardo Favio.
Espero que les guste y que la opinión de aquellos que escuchen el CD, se acerque, aunque sea un poquito, a las cosas tan lindas que él me dijo, cuando me hizo saber su opinión. Una inmensa satisfacción personal, un gran orgullo que llevo dentro mío y que me acompañará por y para siempre.